martes, 29 de septiembre de 2009

Inexorablemente

Inexorablemente. Otra vez esa palabra... Bueno, entonces, inexorablemente me iba a volver a enamorar. ¡Yupiiii!

Sip, otra vez. Y con todo el repertorio: las “mariposas” (odio decirle así a la sensación de ahogarse y de que se revuelve el estómago -de una manera linda, claro- pero no se de qué otra forma puedo decirlo... ¿rinocerontes africanos? Naaaa), la sensación de estar flotaaaanto en la “cursilería” con los ponys, el arcoiris, las flores (como en la publicidad de coca-cola), “el quinto cielo”, la cara de estúpida, miradas soñadoras al vacío, de esos en los que tu entorno se pregunta “¿qué estará pensando esta idiota?” Enamorarse... ¡Fiu! Parece un estado constante mío.

No fue progresivo, no fué por atracción física, no fué por una hermosa amistad que evolucionó. ¿Porqué fué? No tengo la más remota idea. Quizás por una palabra que dijo, o por una expresión. Lo único que me acuerdo de ese “golpe funesto” fue que me sentí perdida, desgarrada, sobrecogida (ninguna palabra es lo suficientemente apocalíptica) y perdí el sentido de la moral.

Bueno, yo tengo la tendecia de idealizar las cosas y a las personas, sobretodo a los amores (cosa que corregiré en el futuro, ahora no porque no tengo ganas). No lo puedo evitar: es la forma bruta que tengo de enamorarme. Quizás ni siquiera es amor, nose que puede ser, “enamoramiento”, “afecto”. No se lo que es pero es algo...

En toda mi vida me enamoré de dos personas y ya me siento bien como para nombrarlas: Francisco en el 2006 y Tomás en el 2007 y en el 2008 (¡si Tom, si estás leyendo esto te quise muchísimo y ahora que estás solitario y medio perdido tengo que decirte que conmigo hubiera sido diferente!). Este blog nació gracias a ellos dos, mis escoltas, mis demonios personales, los que me llevarón a hacer este tipo de catársis (en parte, ¡gracias chicos!, sin ustedes no habría empezado a escribir). Pero ahora apareció otro individuo (que obviamente no lo voy a nombrar), que tímidamente encontró su lugarcito en la platea preferencial de mi corazón, desplazando a los ojitos verdes de Fran y al fanático de los Guns n' Roses de Tom.

Y ahora estoy en un estado constante de felicidad, signo que indica que estoy viviendo los primeros aires de este enamoramiento porque según mi manual, la tristeza vendrá después (¿o no?). Pero, aunque exista la posibilidad de que en el futuro sufra, no me importa. Es que vale la pena... los sueños, imaginar cosas, pensar que esa persona te quiere como vos lo querés, etc., etc.. Quizás es un engaño que me hace la mente, pero, estoy cien por ciento a favor de dejarse llevar por las pasiones. ¡Al diablo la razón! Y ninguna profesora de religión, sociología o psicología me va a hacer cambiar de opinión. Estoy equivocadísima, lo se. Pero tengo 16 años, me gusta hacer estupideces, me gusta... disfrutar en esta burbuja, me gusta pensar que hay alguien que se fabricó explícitamente para mí.

Si despues voy a sufrir, yo digo ¡que venga el dolor! Si es que hay un precio que hay que pagar por esta felicidad preciosa por la que estoy pasando, la pago gustosa y si es todo gratis, si no hay una letra chiquita en algún contrato ¡mejor!. Pero no estoy dispuesta a ser cauta, permanecer en lo conocido, en ser cobarde. ¡No señor! Voy a vivir mi vida a pleno, con sus venturas y desventuras. Y si no me querés, bueno, YO SI TE QUIERO, algún día se me pasará pero AHORA MISMO TE QUIERO.

Esto me suena a un ultimatum ¿verdad que si? En fín, ya era hora de decirlo...

viernes, 18 de septiembre de 2009

"Presentando a: Sola y Triste"

Ah! bueno, inexorablemente iba a terminar escribiendo sobre este tema. Siempre caigo en el, o más bien, en ellas: mis amigas tristeza y soledad.

No siempre me visitan y tengo que agradecer que en estas ultimas semanas no me visitaron muy seguido. Pero, según parece, como ahora me visitan menos, cuando sí me visitan, lo hacen con el doble de intensidad y violencia. ¿Se entiende?

Hoy fué un día hermoso: gris, frio (aunque a mi me gustan mucho este tipo de días), pero hermoso por la alegría de que se acerca la primavera que al igual que en las flores, también tiene el poder de florecer en mi, entonces, era inevitable que despertara con más alegría que la de costumbre. Esa alegría extra me ayudó mucho hoy porque cirvió para amortiguar el daño de mis otras dos amigas, lástima que no lo suficiente.

Verán, en el colegio donde estoy se celebra, por parte de los de último año de secundaria, un acto (esto lo supe esta semana, dado que soy nueva en esta institución) por el día del estudiante. Todos estaban contentos, por supuesto, incluso yo pero esa alegría se disolvió cuando inició el acto.

Y ahora es cuando yo me pongo seria y me digo a mi misma “Si, si. Admitilo, no tenés amigos acá.” Esa vocesita dentro mío decía cosas que hasta hoy me estuve negando, que el hecho de que te pidan una lapicera o un lapiz, o que te pregunten que hora es no me hace partícipe de un grupo. Estoy tan sola. Tremendamente sola. Y al sentarme en una fila vacía contemplé a mis compañeras: reían, gritaban, jugaban. Se veían felices. Yo hubiera querido estar con ellas, reirme con ellas pero por más que intente integrarme, no puedo. Y SE EN EL FONDO DE MI ALMA QUE YO NO TENGO LA CULPA. Porque yo traté todo, hice todo lo que estaba en mis manos pero convivo con gente que es egoísta, egocéntrica y sobretodo, cerrada (estos adjetivos se fueron apilando a medida que me ingnoraban). Soy transparente para ellas. Incluso cuando hablo no me escuchan y tengo que llamarlas varias veces para que mi voz viaje por un oído al otro y luego salir al exterior, a las paredes. La pared, por lo menos, cirve para que cuelgen sus dibujos.

Al verlas en sus juegos y bromas sentí que algo dentro mío se rompía pero es la forma que tiene la tristeza de tocar la puerta de mi corazón; y me invadió, como hilos tejiéndose y helándome. Sentí una angustiante y desgarradora tristeza. Y entonces la tristeza corrió la voz y llegó la soledad. Me sentía abandonada, sola y sumamente triste. Cosa injusta, en vísperas de la primavera y del día del estudiante, mi día (si, porque a veces estudio).

Fantasmas de lágrimas amenazaban con salir de mis ojos pero no podía permitirme llorar en ese momento en el que todos estaban contentos, así que me comía en silencio, en la oscuridad del salón de actos (porque yo me encargaba de apagar las luces) rezándo para que se terminen esas actuaciones que estaba disfrutando a medias y que pudiera llegar a casa a hacer catársis como es debido.

Estas situaciones me hacen cuestionarme ¿Qué tengo de malo?, ¿Que hay de diferente en mí? ¿Que es lo que tanto produce rechazo en mi prójimo que resulta imposible tratar conmigo? No estoy dispuesta a cambiar como soy, no sólo porque no quiero, sino porque no puedo hacerlo pero no puedo evitar gemir y pensar en lo sola que estoy en este ambiente lleno de colores. Porque este colegio es así: lleno de colores y risas. Yo me siento como lo unico monocromático ahí, como algo aparte, algo que no corresponde. Un anexo. Si, así es como me sentí en ese momento: como un anexo, alguíen que presta lápices o lapiceras (que idiota, como si con eso me las fuera a ganar) y sin siquiera saber como me llamo o por lo menos como es mi apellido.

Como esto es pura y exclusivamente para catársis entonces simplemente digo lo que quiero drenar de mi: me siento sola y triste.Tan sola y tan triste...

jueves, 17 de septiembre de 2009

Noches en el Bosque

En las afueras de la ciudad hay un bosque; enorme y frondoso. De día es desolado ya que nadie suele ir ahí sin ninguna razón. No tiene pájaros ni conejos, sólo los gusanos de la tierra, murciélagos, polillas y en temporadas, algunas luciérnagas.
Los seres humanos abandonaron ese lugar y permanece virgen salvo por algún indigente que duerme ahí, entre otros…
Todas las mañanas se despierta entre bruma o niebla, casi parece un pantano. De noche es el escenario perfecto para una historia de terror. Y además, escenario de algunos crímenes como violaciones y asesinatos.
En resumen: es un lugar peligroso.
Los árboles son negros y sus hojas opacas y nunca se ve el cielo azul, sino una versión blanca, lechosa y llena de humo de las fábricas de su periferia.
Todos le temen a ese lugar espantoso (¿y quién no?) pero hay quienes se animan a desafiar la oscuridad del bosque: apuestas y reuniones al fuego son las principales razones de la aparición de adolescentes en este desolado terreno. “Inconcientes” y “jóvenes” son las explicaciones que dan las personas que nunca han ido ahí…
Ritos para entrar en grupos exigen pasar una noche ahí y en Halloween se organizan fogones para contar cuentos y alcoholizarse hasta olvidar en dónde se encuentran. Incluso – por más extraño que parezca- es un punto de encuentro para los amantes:
-¿Vamos al bosque?- pregunta él.
-¡Pero es horrible!- protesta ella.
-¿Tienes miedo?- la desafía el.
-¡No! Por favor… si es un bosquecito estúpido.- dice ella, incapaz de admitir su miedo.
Algunos romances llegan ahí porque no pueden encontrarse en otro lado y el peligro y la oscuridad del bosque los abriga.
Es una forma de alejarse del mundo, de relajarse y dejarse ir en ese vacío rincón de soledad. Mientras que en la ciudad la gente corre, en el bosque todo transcurre lentamente, deslizándose como una serpiente en el tiempo, decadentemente y con olores a tierra, humedad y pasto.
Los amantes inconcientes, jóvenes e inexpertos se dejan llevar, tirados en el suelo, entre luciérnaga y mariposas grises. Corren entre las columnas de los árboles riendo, bailando y gritando; jugando como ninfas y faunos en esta naturaleza que se pudre y que luego se regenera.
Únicamente se escuchan los ecos de sus voces y el bosque no revela a la ciudad que entre sus arboledas juegan estos faunos y ninfas.