viernes, 13 de agosto de 2010

Se Derrite

Si las almas tuvieran grosor y ese grosor fuera de papel, el alma de él sería de un cartón duro y resistente, imposible de romper, mientras que el de ella sería de papel cebolla.

Un millón de comentarios hirientes, aunque no intencionales, le decía a ella, que en silencio se quebraba de pena, lastimada por tonterías sin importancia y sin malicia. Quizás es por eso que estaba neciamente enamorada de él. Se enamoraba a rasguños y estaba acostumbrada al desamor y a un maltrato por lo que, una persona buena pero algo fría, podía hacerle meter en la cabeza la idea romántica de corregirlo, de cambiarlo y de hacerlo cálido con facilidad. Leía con ojos brillantes las palabras que decía y ella, en su papel de la encarnación de la ternura y de la amabilidad, le aconsejaba de la mejor manera posible su bien. Aunque, también, ciertas actitudes de él y de su naturaleza la volvían anhelante e inevitablemente coqueta. Se mostraba mimosa de forma sutil, y quizás se le escaparon algunos “te quiero” en el transcurso de sus días de charlas, lo que la hacía sentir, de alguna manera, especial, bonita y sensual. Ella creía en la implacable efectividad de la palabra para seducir. Lo había hecho antes y sentía que lo estaba logrando nuevamente. Sostenía fervientemente que la palabra, la inteligencia, es la base de todo y es la forma más efectiva de conquistar aunque lleve tiempo, ya que se debe demostrar que se es inteligente. Se debe “mostrar el cerebro” para que lo aprueben. Y entre toda la conversación se llegará al resultado de dar una buena impresión. “Especial”, “intrigante” o “fascinante”, son los términos con los que la suelen relacionar. También, por ser un ser piadoso, amable e idealista, su corazón se inclina hacia las personas que necesitan sanar, a las personas que necesitan amor. No porque ella estuviera entregada de antemano.

Con cada alago, por más simple e insípido que sea, ella lo considera un triunfo. Lo que era ligero y sin importancia, ella lo codifica para que su cerebro lo escriba con una tinta más fuerte. Quizás no significa nada pero ella vive ese triunfo con la alegría de haber logrado su propósito en la vida.

El es alguien frío y ella es muy cálida. ¿Qué pasa cuando hay un hielo sometido a mucho calor?

1 comentario:

H. Kramer dijo...

Me gustó muhco. Te felitico.