Cantaba, silbaba y bailaba. Me sentía impulsada por un aire de alivio y paz que me hacía extender alas invisibles. Mi propia alma se me escapaba en suspiros de enamoramiento cada vez que extrañaba. El era mi droga para todos los males, es más: parecía como si nunca hubiera padecido de dolor por otro. Era un “empezar de nuevo”, una esperanza, un bálsamo. El curaba todo. Lo idealice como la deidad más grande a quien le rendía culto, la quintaesencia de la belleza y yo estaba a sus pies. Estaba dispuesta a brindarle incluso mis propios órganos si los necesitaba. Lo único que me frustraba era que no sabía como demostrar todo esto.
Cuando lo veía mi corazón cantaba en mi pecho, explotaba de placer ante los abrazos y la tibieza de su piel. Examinar cada aspecto de su vida, su persona y todo su entorno se convirtieron en actividades primordiales que yo practicaba todo el día y cuando no podía porque estaba lejos de mí, ejercitaba mi memoria pensando en él. Me aferraba a sus recuerdos con uñas y dientes.
Encajábamos perfectamente: uno era el complemento del otro. Era una enamorada sin caso. Perdida y feliz. Volaba sobre las personas y me sentía por arriba del nivel de felicidad más alto alcanzado por un ser humano.
Sus cumplidos eran para mis oídos como la miel a la lengua y estos me provocaban un abrasador, implacable, apasionado y sobretodo placentero dolor en mi estómago al que, como había mencionado en entradas anteriores, me había hecho adicta.
Mis manos ansiaban enredarse en las suyas, en su pelo, y en cualquier otra parte de su anatomía. No me malinterpreten: no había tiempo para cosas como la lujuria adolescente, estaba tan conmocionada y confundida que no desee su cuerpo de esa manera, no en ese momento.
En las noches en las que todo el mundo dormía me escocían los ojos y las lágrimas brotaban tan dulces y tibias como pueden ser las lágrimas que salen del centro del corazón por un golpe de felicidad.
Aunque no nos tocamos lo suficiente: si mal no recuerdo, sólo nos dimos dos abrazos largos de esos en los que ninguna parte de él desea separarse. Eran más las palabras que otra acción. Sus palabras ganaban terreno en mi mente y me hacían olvidar dónde estaba parada y si el cielo era azul y las nubes blancas. Estaba asustada porque no sabía como proseguir. Sólo eran palabras ya que éramos dos almas tímidas y retraídas. Como yo nunca había tenido un acercamiento al amor como ese no sabía exactamente que hacer, entonces decidí que el tiempo lo diría. Nunca estuvimos solos como para darnos una confesión adecuada o palabras más allá de ser dulces, cosa que nos molestaba.
Yo estaba constantemente monitoreada por mi madre, por lo que no podíamos simplemente ir a pasear sin decírselo a ella y menos nosotros dos solos. Todo estaba en nuestra contra y sin embargo para mí era perfecto. Estaba en el quinto cielo.
El dolor que había mencionado antes, el del estómago, nublaba mi mente y cuando se alzaba sobre mí como una ola irrompible me envolvía. Como la adicción que era, tenía que volver a sentirla (creo que son las clásicas “mariposas”, aunque nunca haya sentido a ese placer como eso) y como el poder de sus palabras lo lograban estaba constantemente tratando de obtener cumplidos de él, y la forma que había encontrado era estar en el entorno de otros varones, ya que una de sus características era celoso y algo posesivo, lo intentaba una y otra vez y siempre obtenía el resultado que quería.
Día y noche se escabullía en mis pensamientos dejándome sin aliento…
Pero… se estaba acercando la puesta de sol de lo que era un día maravilloso y luego se vino la noche.
Porque… lo bueno… dura poco…
Una parte corta por esta noche...
6 comentarios:
Me encanta como narras.
Y tu forma de 'amar' si es que lo amabas a este chico, es increible, me parece hermoso poder querer tanto, aunque también se sufre más seguramente.
Pero bueno, espero que estes bien ^^
Hola Iris ^^
No sabes a que mundos son capaces de enviar tus palabras, son tan románticas *-* Espero que termine bien... al menos un poco :/
Un abrazo ^^
La noche no es eterna por más que se nos alargue... Así como las puestas de sol son inevitables, los amaneceres también.
^^
Los buenos momentos pasan como un abrir y cerrar de ojos... y luego solo queda el recuerdo de lo q viviste...
Espero la continuacion...
Saludos!!..
Lore
Los buenos momentos pasan rápido, es verdad.
Después vienen momentos´grises, algunos negros... Pero hay que mirarlos como una nueva transcición hacia otros buenos momentos.
Al fin y al cabo, después de cada tormenta sale el sol, no importa cuantos días dure.
Porque sino estaríamos nadando en agua salada.
Espero continuación Iris!!
Ah, felices fiestas ^^
Algun regalo que esperabas con ansias te aguardará en el árbol de navidad? ^^
Nay
Agrego comentario.
AMO LA IMAGEN DE JACK Y LESTAT!!
tengo que pedirte que me la mandes por mail para mostrarsela a una amiga. Es perfecta (L)
Los que están en el fondo deprimidos son Louis y...?
Besos Iris!!
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