-Muy bien señorita Jane, estoy listo; ¿sabes qué? Desde mi ventana pude ver un bosque muy bonito, me gustaría empezar el paseo por ahí- le dijo Klauss a Jane con un aire divertido. -Entiendo, me parece bien, acompáñeme señor… eh ¡digo!... Klauss- le respondió Jane al tiempo en que se ruborizaba. -Jaja, ¡de acuerdo!- dijo Klauss, entretenido ante la reacción de Jane y juntos salieron de la hostería en dirección al bosque, al salir, una ligera brisa agitó los rulos de Jane…
-¡Que bonitos que son!- dijo Lizzy mientras observaba una caja de madera con caballos tallado a mano en su tapa que contenía 35 lápices de colores que cargaba Carmen en sus brazos.
-¡Si que lo son!- Imagínate los dibujos que podré hacer…- dijo Carmensita acariciando la caja con expresión de alucinación.
-Jaja, espero que me hagas uno, ¿Qué tal uno del mar, con peces rojos y amarillos…?
-Suena bien- respondió la pequeña notando el cambio de ánimo de Lizzy, a lo que luego le dijo: -Sabes bien que no fue intencional Elizabeth…-
-Lo se…- respondió Lizz.
-Creo que deberías perdonarla, ya sabes que Iris es torpe, pero te quiere mucho y si fuera por ella te daría todos los koi de Japón- le dijo Carmensita con dulzura.
-Tienes razón, la perdonaré cuando nos encontremos con ella y con Sib en el pueblo antes de almorzar, pero ahora… ¡A la playa!- gritó
Y con una carcajada Elizabeth dejó atrás a Carmensita y echó a correr; su amiga se le unió y juntas cayeron en la arena.
-¡Mira el mar Lizzy!- gritó Carmen entre risas-¡No hay olas, vamos a meternos, apuesto a que el agua no esta fría tampoco!-
-Bien, ¡vamos!- dijo la mayor de las niñas y corrieron hacia el mar azul…
Mientras tanto, en el hospital, dónde Sibila e Iris ejercían el trabajo de enfermeras voluntario, habían unos cuantos pacientes, los suficientes como para mantenerlas ocupadas…
-Muy bien señoritas…- dijo la jefa de enfermeras mientras ordenaba un escritorio lleno de papeles-
-Tú, Sibila, ocúpate del cuarto 16, del 17 y del 18 y tú, Iris, los cuartos 25 y 26-
-Si, señora- dijeron las dos al unísono.
-Te veo luego Sibi- dijo Iris, alzando la mano, alejándose hacia su trabajo.
-Iris es una chica tan dulce…- dijo la jefa de enfermeras.
-Si, tengo suerte de que sea mi amiga, discúlpeme- dijo Sibila, retirándose con una leve sonrisa…
Simultáneamente, Jane y Klauss Queradim, el nuevo visitante de Líeles Hill, caminaban a la luz del sol, por el pueblo en dirección al bosque que él había divisado desde la ventana de su cuarto, en la hostería de la señora Harris, la madre de ella…
-Es un precioso pueblo el tuyo, Jane- dijo Klauss, sonriente.
-Tengo todo lo que quiero aquí, y si, es muy bonito, me gusta mucho, no he salido de él nunca- respondió Jane con solemnidad.
-¿Nunca has salido?- le pregunto sorprendido él, observándola ladear la cabeza.
-No nunca- dijo arqueando las finas cejas.
-Deberías salir, visitar otros lugares, ¡el mundo está lleno de lugares maravillosos!-
-Quizás, pero estoy demasiado cómoda aquí como para irme, así soy feliz, pero quizás algún día…- respondió ella con poca soltura.
-Yo he visitado muchos lugares que te podrían gustar.-
-¿A si? ¿Cómo cuales? ¡Ah!, por cierto, ¿de dónde eres?- preguntó Jane con curiosidad.
-Jaja, haces muchas preguntas, Jane- dijo Klauss haciendo que ella se ruborizara levemente-Soy de un pequeño pueblo del norte de Francia-
-¡Oh!, ahora explico tu acento-
-Si, jaja, pero al cumplir los 17 lo dejé, desde ese entonces estuve viajando, conociendo lugares. He recorrido casi toda Europa- dijo Klauss con orgullo.
-¡Wow!, habrás visto lugares magníficos, yo adoro Francia, he oído que París es una ciudad preciosa- dijo Jane emocionada.
-Lo es, a mi también me gusta, alguna vez podría llevart… ¡Eh!, podrías ir a verla, vale la pena, créeme- dijo Klauss, algo avergonzado; Jane también lo estaba y sus pómulos se sonrojaron nuevamente pero con más intensidad.
Viéndola así, Klauss advirtió por primera vez que Jane era muy bonita…
-Llegamos al bosque, Klauss- le dijo Jane.
-¡Genial!, ¡Mira!, un manzano, ¿quieres una manzana?- le preguntó él, caminando hacia el árbol cuya copa y frutos estaban muy elevados.
-¿Treparás hasta allí?-cuestionó Jane, dirigiendo su índice con recelo hacia la parte superior del árbol.
-Si, ¿porqué no?, ¡adoro las manzanas!-dijo Klauss excitado subiendo por el tronco.
-No vallas a caer, ten cuidado- le susurro Jane con preocupación.
Pero desafortunadamente Klauss pisó una rama que se quebró, haciéndolo caer…
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