viernes, 9 de octubre de 2009

"Pendejas"

Ahh! Ser joven y hacer tonterías... Como no llego ni a los veinte años y no conozco el resto del mundo, no puedo decir que hay mejor cosa que ser joven y hacer tonterías. Entre amigas, igual de desquiciadas que yo, gritamos en la calle, saludamos a quienes pasan y corremos en círculos persiguiéndonos en las plazas hasta caer en el pasto y contemplar el cielo. Que los adultos se den vuelta del susto al escuchar nuestros gritos, que las mujeres mayores nos miren con reproche, que digan "pendeja", de alguna forma nos rejuvenece aún más. Estamos tan sueltas... Tan libres de obligaciones pesadas, tan exentas del mundo adulto, "con el viento en la cara"... Me hace sentir como si tuviéramos el mundo a nuestros pies, como si fuéramos intocables, aunque tal vez no sea así. Pareciera que con sólo decir "aprovecho ahora que soy joven" o "tengo dieciséis años" fueran palabras mágicas que dan licencia para poner a la torre Eiffel de cabeza; a lo que la gente responde "ah, son jóvenes..." o "dejálas, que son chicas". Que satisfacción contemplar el mundo con los ojos de alguien que es joven y no empezó a vivir y a experimentar todo lo que hay en la vida. Y es en esos momento cuando yo contemplo a mis pares y descubro las pequeñas cosas, las estupideces más insípidas: esmalte descascarado, baños franceses con perfume, lío, gritos, chistes, comida por todas partes y no necesariamente saludable, chicas pegándoles a los chicos... Pequeño, ínfimo, es este mundo de las jóvenes, en verdad, pero lo sentimos como si fuera inmenso. Un día, que está cada vez más cerca, vamos a abandonar este Edén, vamos a ampliar los horizontes y el mundo estará realmente a nuestros pies. "El cielo es el límite", escuché por ahí. Pero... mientras tanto ¿qué tal si aprovechamos, ahora que somos "pendejas"?