lunes, 14 de diciembre de 2009

Eros y Psique

El atardecer… Que bello era… Que hermoso paisaje se extendía ante los ojos de Psique, quien, sentada en las baldosas del exterior del gran palacio de Eros, contemplaba absorta.
Apolo y el sol se escondían entre las colinas verdes, mientras dejaban a su paso franjas amarillas, naranjas y rojas, mientras el resto del cielo se teñía de violetas, y azules cada vez más oscuros.
Estaba anocheciendo y con la llegada de la noche, llegaría su amado Eros.
Psique sintió una corriente de viento que le erizó la piel de sus brazos, pero más por que por esa reacción fue por la anticipación.
Eros… Su amado Eros… Jamás lo había visto. Jamás había visto su cara. En la noche llegaba a ella tapado con una capa. ¿Por qué? ¿Acaso tenía algo que esconder? ¿Era deforme?
Muchas preguntas asaltaban la mente de Psique y la curiosidad la carcomía. Pero lo amaba, más allá de cualquier cosa lo amaba. Sintió vergüenza al confesarles a sus hermanas que jamás lo había visto, y ellas la convencieron de iluminar su cara cuando, luego de yacer con ella, durmiera tranquilamente.
Eros aún no llegaba, pero eso le dio tiempo para pensar, para imaginar… Cuando estaba con ella, las palabras de su amado eran dulces, llenas de sentimiento, apasionadas y ardorosas. Un hombre con tales formas de expresarse, con tal delicadeza, con tal pasión hacía su mujer tenía que ser bello. Imaginó a un hombre joven de rasgos perfectos, armoniosos, esbeltos y delicados. Los suspiros escapaban de sus labios al imaginarse esa belleza en Eros. Tanto se dejó llevar por su mente que asimiló que definitivamente era hermoso y lo añoró como jamás lo había hecho. Quería amarlo, besarlo y abrazarlo pero sobre todas las cosas, verlo.
Entre sus cavilaciones, la noche y la oscuridad se habían instalado en el cielo y sólo la luz de Selene, la luna, iluminaba con su luz blanca las columnas y paredes del palacio.

Eros se escondió tras una columna al encontrar a su adorada Psique sentada en el suelo, fuera del palacio. No quiso llamar su atención porque al verla ahí, quieta, tranquila y con la luz de la luna brillando en sus hermosos rasgos, su pecho se inundó de un amor y un deseo insostenibles. Quería contemplarla, quería admirar su belleza por toda la eternidad… Pero un sentimiento de culpa lo asaltó: ella no lo había visto, no conocía a su marido. Comprendió que quizás debía de tener curiosidad por verlo pero se convenció de que esa condición era por el bien de los dos. Afrodita no podía saber que Psique era su mujer, quién sabe las atrocidades que podría causarles a el y a ella… Los dioses eran egoístas y crueles con los hombres. Tomaban a las mujeres y las tiraban luego, cuando ya no eran de su agrado o diversión.
El nunca dejaría a su Psique, pero si era egoísta: la había raptado, la había arrancado de su familia, la dejaba sola durante el día...
Decidió olvidarse de esos asuntos por el momento. Sólo quería estar con Psique. La añoraba tanto durante el día, que pensaba que iba a morir de pena. Rozaba al masoquismo, la imaginaba junto a el, la imaginaba durmiendo con su cascada de pelo color fuego mezclada con las sábanas, pensaba en el marfil de su piel a la luz de las velas y en el sonido que emitía su respiración. Pero también pensaba en otro tipo de imágenes de Psique… Imágenes que quería vivir con ella esa noche.

Sin que ella se diera cuenta de su presencia, se acerco y acarició sus hombros por detrás.
Psique ni se inmutó. Eros había vuelto.
Dejándose llevar pro sus caricias susurró su nombre.
“Eros…”
“Psique…” respondió, también en un susurro.
Psique miraba las manos de Eros mientras las acariciaba. Eran delicadas y suaves. Definitivamente era un hombre bello.
Eros se arrodilló mientras acariciaba a Psique y la abrazó.
“Te amo Psique” dijo mientras dejaba un rastro de besos desde su oreja hasta su hombro.
“Te amo Eros”
Eros, envuelto en una capa que le impedía a Psique verlo, la condujo hasta sus dormitorios donde se dedicaron a amarse y a idolatrarse.
A pesar de su curiosidad, Psique comprendió que no le importaba si su marido era deforme o si era hermoso. Su amor era más importante que eso. No necesitaba saber si tenía la cara quemada cuando lo tenía entre sus brazos, no necesitaba saber si tenía cicatrices cuando jadeaba su nombre, no necesitaba saber si tenía verrugas, manchas u otro tipo de imperfección cuando le decía “te amo Psique”. Nada de eso importaba…
Las sensaciones y las pasiones que Eros le hacía sentir la convertían en la mujer más feliz del mundo y más feliz se sentía porque su amor por el era correspondido.

Una reconfortante y cálida paz llenaba el cuerpo de Psique. Cuanta satisfacción saboreaba al estar enamorada y radiantemente feliz.
Pensativa, giró su cara hasta la de Eros, que estaba abrazado a ella. Sentía su respiración en su pecho y su tranquilidad contagiosa. Besó su frente y palpó sus mejillas. Su curiosidad revivió y le susurró a Psique que esa era una buena oportunidad para descubrir a su marido, para ver por fin, las facciones de su amado Eros.
Con mucho cuidado, se desprendió de su abrazo y alcanzó una lámpara de aceite. Al acercarla a la cara de su marido, su aliento la abandonó.
¡Eros era hermosísimo! Atractivo hasta lo incansable, tan bello que quitaba el aliento. Su piel era clara y suave, sin un rastro de vejez. Sus cejas eran oscuras y enmarcaban unas pestañas oscuras que casi acariciaban sus mejillas. Tenía rasgos formados, firmes pero a su vez delicados. Tal era su belleza arrebatadora que Psique se preguntó si era un dios del Olimpo.
Quien sabe cuanto tiempo contemplo Psique el rostro perfecto de Eros, pero en ese tiempo, el amor que sentía por el, no hizo más que crecer. Su belleza era un estimulante para su pasión y su afecto y comprendió que jamás dejaría de amarlo.
“Oh Eros…” susurró.
No lo despertó, pero, desafortunadamente, una gota de aceite hirviendo que cayó sobre el, se ocupó de hacerlo…

domingo, 6 de diciembre de 2009

La Tercera NO Es La Vencida

¡EXACTAMENTE DAMAS Y CABALLEROS! CON TODA LA IRONÍA POSIBLE, MAYÚSCULAS, LÁGRIMAS EN LOS OJOS Y UNAS GANAS TREMENDAS DE TIRARME POR UN BALCÓN VENGO A DECIRLES QUE LA TERCERA NO RESULTÓ SER LA VENCIDA. ESTOY TAN DESCOLOCADA QUE EN ESTE ARREBATO NO SÉ SI REÍR, AUNQUE LAS PERLITAS QUE SALEN DE MIS OJOS ME INDICAN QUE NO SE TRATA DE NINGÚN CHISTE O ALGO PARA REÍRSE.

Estoy cansada, humanidad. Muy cansada. Escapo -a los arañazos- de una situación que NO SE LA DESEO NI A MIS ENEMIGOS y vuelvo a entrar en otra. Y ya que nunca fuí lo suficientemente grosera voy a serlo ahora: ¿QUÉ MIERDA PASA CON EL AMOR? ¿EH? Necesito que alguien me lo explique porque sinceramente yo no termino de entenderlo. Y no termino de quererlo y reconciliarme con él que ya lo odio. Maldito, maldito, maldito. Lo desprecio una y mil veces.

ESTO NO HACE MÁS QUE REFORZAR MI TEORÍA: NO SOY PARA NADIE. Y parece que el señor NADIE está muy contento conmigo porque se niega a firmar los papeles del divorcio.

¿Qué pasa con esta gente? ¡¿Qué pasa conmigo?! Yo no hago nada para molestarlos, nada. Yo estoy tranquila, sola, cosiendo mis heridas. No molesto a nadie. Son ELLOS los que vienen y me molestan. Son tan perfectos, tan sabios, son tan necesarios, que simplemente me encandilan y me atrapan en esos jueguitos raros y retorcidos que solamente ELLOS conocen.

Y cuando flotás en el cielo... Cuando no hay cosa que quiebre (no sabía que era TAN frágil) esa preciosa, suave y tierna felicidad. ¡BOOM! EXPLOTA, SEÑORAS Y SEÑORES. EX-PLO-TA.

Estoy temblado, pero no hace frío. Me siento en pedazos, pero no estoy rota. Igual, todo esto es pura y exclusivamente mi culpa (aunque tal vez también tengan un poco de culpa ELLOS), después de todo, yo fuí la que se enamoró, yo fuí la que no estaba jugando, yo fuí la estúpida y débil. Yo...

¿Porqué mi naturaleza NECESITA DESESPERADAMENTE (porque hay que sincerarse, esto ES desesperación) a alguien a quien amar? ¿Porqué no puedo ser como las demás? Ellas por lo menos son crueles, y no suelen sufrir TAN SEGUIDO esta porquería de situación. ¿De que mierda sirve ser especial, ser buena, ser tierna, ser todas esas idioteces si después ELLOS aplastan, destruyen, queman, tiran como si fuera descartable? ¡NO ENTIENDOO Y ESTOY CANSADA!

¿Serán los libros? ¿Tienen la culpa Lizzy, Darcy, Edward, Bella, Kirtash, Jack, Victoria, Francesca, Kamal, Ian, Wanda, Jared, Mel, Lucas, Bianca, Clary, Jace, Jane, Edward, Niki, Alessandro, Peeta, Katniss, Kyle, Lindy, Helen, James y otros trillonesimos más? ¿SOY TAN INFLUENCIABLE QUE LOS LIBROS ME AFECTAN?

Quizas...

¿Entonces debería dejar los libros?

Quizas...

Reitero: estoy cansada. Quiero PAZ. Necesito PAZ.

Quiero amor recíproco. ESO quiero. Pero no parece llegar. No llega. Y yo no tengo paciencia, aunque esta claro que es eso lo que necesito y debería querer.

Si alguíen tiene la bondad de darme un consejo, por favor, no usen el “sos jóven, ya va a llegar” y si no se les ocurre nada, por favor, lean en silencio –si quieren leer esta "morbosidad"-

Ahora lo que necesito es descansar, si es posible eternamente. Aunque hay que levantarse a que la vida de otra cachetada.

Ningun consuelo va a servirme, porque necesito llorar, y hundirme en el dolor hasta que sea posible salir de él (SIEMPRE se sale de él), necesito tiempo, para sacar el veneno del amor no correspondido que siempre me muerde a mi.

Hay personas que pierden a un ser querido, hay personas que no tienen éxito en su vida, pobres, drogadictos, huérfanos, viudos, personas que no pueden pagar una casa, personas que tienen deudas que tampoco pueden pagar. No viví ni estoy viviendo la mayoría de esos dolores. Yo estoy viviendo El Corazón Roto. El único dolor que conozco y puedo asegurar, como aseguran todos los que lo viven, que NADIE esta sufriendo tanto como yo. Nadie, a las 02:22 A.M. Del 07-12-09, tiene tanto dolor ni está sufriendo tanto como yo. PUEDO ASEGURARLO.

martes, 1 de diciembre de 2009

¿Qué pasa conmigo?

De nuevo a escribir cosas de índole depresiva y triste... Nunca sufrí hambre, nací con una estrella brillante y mucha suerte. Con padres cariñosos que me brindarón y me brindan todo. Tengo una hermana que me quiere y dos de los gatitos más hermosos y perfectos que la raza siamés puede tener. Pero aún así, vivo con tristeza. ¿Porqué? Nunca viví una tragedia, gracias a Dios. Nunca tuve una desventura que marcara mi vida, como una especie de trauma. ¿Porqué entonces, paso gran parte de mis días en tristeza? No tengo razón ni derecho a estar triste, poner en predicamento a mi familia y a hacerles pasar dolor. ¿Porque siento dolor entonces? ¿Porqué mi sonrisa no llega a mi cara, cuando tengo todas la razones para ser feliz? No es justo para mi entorno y no puedo entender porqué no puedo sonreir. ¿Porqué estoy tan jodida que siempre tengo una expresión ausente, ida, imaginando cosas más allá de la realidad? Muchas preguntas que ni yo puedo contestarme. No puedo entender porque me deprimo de vez en cuando, porque estallo en ira y tengo ataques de llanto repentinos. Y con cierta bronca digo que mi familia se enoja por mi comportamiento (dice lo que mencioné arriba: "no tenes derecho a tener esa cara") porque si siento tristeza ¿porqué debería sonreir cuando no lo siento? ¿porqué tengo que simular que estoy feliz cuando no es así? ¿porqué no puedo hacer catársis en paz? Quizás sea egoísta, porque cuando me machacan con que hago sufrir a mi familia -cuando no tienen la culpa de nada- y que no parezco hacer nada productivo por ellos, siento que soy una mala persona, egoísta, desagradecida, cruel. Me pregunto si seré todas esas cosas, aunque no puedo sacar conclusiones, porque ni siquiera se que pasa conmigo.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Yo Solamente Me Enamoré

Esta mañana desperté de una forma que jamás había despertado...

Aún flotando entre el sueño y la realidad, estaba conciente de que despertaría. Luego, escuché a un pájaro piar. Ese simple sonido me despertó completamente. Ese simple sonido me hizo plenamente feliz...

Al despertarme, no abrí los ojos. Estaba conciente de la suavidad de las sábanas, en contacto con mis pies, el olor a perfume de las cortinas, el sonido de la televisión al otro lado del pasillo, todo mi entorno.

Estaba feliz; feliz y enamorada.

El día estaba nublado, pero yo lo vivía como si tuviera el brillo del sol en mis manos.

Tenía esperanza y tenía dicha.

Los olores eran más intensos, lo mismo con los colores y las texturas. Quería bailar, bailar para siempre y agradecer a quien haya sido mi creador por existir. Quería reirme, dar besos al cielo, jugar y olvidarme de todos los problemas. No eran bienvenidos en mi burbujas de felicidad...

Me acosté para mi siesta feliz, ansiosa por soñar cosas bellas, imposibles; y ansiosa por despertar a la vez para disfrutar de esa alegría inusual y hermosa.


Al despertar, noté que estaba oscureciendo. Algo no estaba bien en mí... La alegría tan placentera y hermosa se había desvanecido.

Como el paso de una estrella fugáz.

Me sentía enamorada, si; pero descorazonada y triste.

¿Porqué? ¿Acaso estoy enferma? ¿Soy bipolar? Por más preguntas que me hice no podía obtener una respuesta satisfactoria.

¿Qué dije? ¿Acaso dije o hice algo mal?

Las flores perdierón el color, los perfumes no llegaba a mi nariz, y la suavidad de las sábanas me quemaban los pies por la fricción.

Estaba aterrada... Me sentía insignificante y fea. Quizás era la autoestima o quizás es porque estoy asustada por enamorarme.

Ya mismo estoy enamorada y tengo miedo. Siendo algo tan perfecto como una amistad preciosa, tengo miedo de arruinarlo todo. Por segunda vez.

Jamás volveré a confesar mis sentimientos, ellos no se aceptan en ningun lado. Lo sé. Sé que no me va a querer y tengo miedo de pasar por tercera vez ese dolor lacerante de abandono y soledad.

¿Como fué que de un día brillante y alegre pasé a una noche oscura y triste?

Yo solamente me enamoré.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Solamente Paz

Catarsis... Otra vez.

Advierto que de eso se trata este blog, así que si estan preparados y si tienen la curiosidad suficiente como para leer cosas que algunas personas tacharían de “emo” pues, be my guest...

Esta tarde, el clima gris (aunque a mi me encanta) me pintó el humor con sus colores y me llevó a reflexionar... Cuando hablo de “estar gris” me refiero a que ni la felicidad ni la tristeza me llenan: soy un pedazo de carne tibio que analiza distintos temas -sobre todo los emocionales- con más objetividad que de costumbre.

Esta tarde, me surgió un resumen mental de lo que hasta ahora fué mi caótica adolescencia.

Ahora, todos dicen (o la gran mayoría) que es la mejor edad, que hay que aprovechar, que son etapas hermosas pero recién ahora tengo razones para decir que ESTA etapa, estos dieciséis años cási encima de los diecisiete (cumplo en veintiséis días), es... “aceptable con inclinación a bonita”. Desde el primer año de secundaria sólo recibí razones para decir que esta estapa es un verdadero infierno. Y es que quizás mi mentalidad circula por un camino diferente... No lo sé. A veces me convenzo de que en mi entorno son todos idiotas (es una posibilidad). O a veces me convenzo de que soy rara. En fín, no quiero hablar de eso hoy...

En el primer año, con trece años me enamoré y ese acontecimiento puso de cabeza mi mundo. Era una obseción insana, por supuesto. Tan corrosiva era que incluso atenté contra mi propia vida, por que el individuo, obviamente, no me quería. Ese es el intento de suicidio número uno. No tenía motivaciones en la vida y todo se resumía con que un mocoso de segundo año era la razón para vivir que tenía. ¡Error! ¡Tremendo error!. Y el mal de amores llegó con todo lo que eso significa: llanto doce horas por día, depresión las veinticuatro horas, maquinación de suicidio seis, y escribir cartas que nunca llegarían a su destinatario un par de horas.

El segundo año fué terriblemente peor... Dicen que hay que golpearse la cabeza contra la pared repetidas veces para aprender, pues, eso es lo que yo hice. Me rompí la cabeza contra la pared con el segundo individuo. Lo conté tantas veces que ya me cansa decirlo pero en resumidas cuentas (porque esto es un resumen) el me quería, yo me enamoré, eramos amigos, no me quiso más, seguía enamorada, arruiné una amistad. YYYYYY el mal de amores llegó con todo lo que eso significa: llanto doce horas por día, depresión las veinticuatro horas, maquinación de suicidio seis, y escribir cartas que nunca llegarían a su destinatario un par de horas x 2. Aquí tiene lugar el segundo intento de suicidio y como no quedé conforme -porque sobreviví, obviamente, sino no estaría escribiendo esto jeje- traté con el suicidio número tres. Siempre el mismo modus operandi: cortes. Quería morirme desangrada en algún baño del colegio. Asqueroso y vergonzoso.

Este amor resultó más doloroso que el anterior porque este era correspondido, pero no se puede esperar mucho de un masculino de catorce años y menos que menos, amor. Tiendo a idealizar a las personas, lo he dicho anteriormente y por eso asumí que este me quería con el mismo cariño que profesaba yo.

Ah, en fín, sigamos...

En el tercer año seguía enamorada, pues era compañero mío de clase. No podía evitarlo, porque llenaba mi entorno. Era mi sombra y estaba conciente de mi cariño hacia el porque jugaba conmigo. Si lo tuviera enfrente quisiera decirle un par de cosas, y arrancarle otro par por las humillaciones que me hizo pasar ese año pero ese es otro tema...

Tercer año fue más sosegado que el primero o el segundo pero igual sufría. La ayuda de profesionales en el campo de la psiquis me ayudarón a salir adelante y abandoné mis locas ideas suicidas. Estaba mejorando. Sufría, pero mejoraba.

Hasta que llego cuarto año... Un cambio radical se produjo en mi vida porque cambié de colegio, otro ambiente para olvidarme de mis demonios del anterior... Porque estaba muy cansada y quería paz. No me enamoré de nadie nuevo y la tranquilidad que tanto buscaba -en ese campo- llegó, logrando que el año pase aletargado, lento y aburrido.

Me proyecto en un campo oscuro y con luciérnagas. Pequeños puntitos luminosos. Ahí están mis motivaciones, las cosas que me hacen seguir viviendo. Hay algunas más grandes que otras, y una en particular -que aún no es tiempo de anunciar- se está haciendo cada vez más grande (peligrosamente grande, pero ¡que va!, en el futuro lucharé contra ella) . Si uno se atasca en la cotideaneidad, no hay peligro. Y yo estoy atascada. No estoy lista aún para aventuras, ahora sólo estoy descansando, pero, conociendo a mi espíritu inquieto, querrá más... Querrá despertar.

Pero... Por ahora, no estoy lista para regalar otra parte de mi alma, porque tanto Francisco, como Tomás, inexorablemente son dueños de partes de mi alma. Ellos son, en parte, arquitectos de lo que hoy soy YO. Construyerón mi feminidad, mi amor por el amor, mi coquetería... En parte, me hicierón mujer. Faltan limar asperezas de mí, falta aprender, pero por ahora, no quiero otro maestro. Quizás es porque (auntoestima baja o lo que sea) tengo terror al rechazo. Tengo miedo. Y es que dos experiencias fallidas en este campo me hicierón demasiado cobarde como para decir “la tercera es la vencida”. Hay alguien que amenza con romper esta burbuja pero tengo miedo, porque se que no me querrá (Sip, definitivamente, baja auntoestima). Siempre me imaginé como un mail, al que rebota en el Messenger, no es aceptado en ningñun lado (¡baja autoestima al ataque!) . Obviamente, es un miedo que hay que superar, pero... por ahora, solamente quiero paz...

viernes, 9 de octubre de 2009

"Pendejas"

Ahh! Ser joven y hacer tonterías... Como no llego ni a los veinte años y no conozco el resto del mundo, no puedo decir que hay mejor cosa que ser joven y hacer tonterías. Entre amigas, igual de desquiciadas que yo, gritamos en la calle, saludamos a quienes pasan y corremos en círculos persiguiéndonos en las plazas hasta caer en el pasto y contemplar el cielo. Que los adultos se den vuelta del susto al escuchar nuestros gritos, que las mujeres mayores nos miren con reproche, que digan "pendeja", de alguna forma nos rejuvenece aún más. Estamos tan sueltas... Tan libres de obligaciones pesadas, tan exentas del mundo adulto, "con el viento en la cara"... Me hace sentir como si tuviéramos el mundo a nuestros pies, como si fuéramos intocables, aunque tal vez no sea así. Pareciera que con sólo decir "aprovecho ahora que soy joven" o "tengo dieciséis años" fueran palabras mágicas que dan licencia para poner a la torre Eiffel de cabeza; a lo que la gente responde "ah, son jóvenes..." o "dejálas, que son chicas". Que satisfacción contemplar el mundo con los ojos de alguien que es joven y no empezó a vivir y a experimentar todo lo que hay en la vida. Y es en esos momento cuando yo contemplo a mis pares y descubro las pequeñas cosas, las estupideces más insípidas: esmalte descascarado, baños franceses con perfume, lío, gritos, chistes, comida por todas partes y no necesariamente saludable, chicas pegándoles a los chicos... Pequeño, ínfimo, es este mundo de las jóvenes, en verdad, pero lo sentimos como si fuera inmenso. Un día, que está cada vez más cerca, vamos a abandonar este Edén, vamos a ampliar los horizontes y el mundo estará realmente a nuestros pies. "El cielo es el límite", escuché por ahí. Pero... mientras tanto ¿qué tal si aprovechamos, ahora que somos "pendejas"?

martes, 29 de septiembre de 2009

Inexorablemente

Inexorablemente. Otra vez esa palabra... Bueno, entonces, inexorablemente me iba a volver a enamorar. ¡Yupiiii!

Sip, otra vez. Y con todo el repertorio: las “mariposas” (odio decirle así a la sensación de ahogarse y de que se revuelve el estómago -de una manera linda, claro- pero no se de qué otra forma puedo decirlo... ¿rinocerontes africanos? Naaaa), la sensación de estar flotaaaanto en la “cursilería” con los ponys, el arcoiris, las flores (como en la publicidad de coca-cola), “el quinto cielo”, la cara de estúpida, miradas soñadoras al vacío, de esos en los que tu entorno se pregunta “¿qué estará pensando esta idiota?” Enamorarse... ¡Fiu! Parece un estado constante mío.

No fue progresivo, no fué por atracción física, no fué por una hermosa amistad que evolucionó. ¿Porqué fué? No tengo la más remota idea. Quizás por una palabra que dijo, o por una expresión. Lo único que me acuerdo de ese “golpe funesto” fue que me sentí perdida, desgarrada, sobrecogida (ninguna palabra es lo suficientemente apocalíptica) y perdí el sentido de la moral.

Bueno, yo tengo la tendecia de idealizar las cosas y a las personas, sobretodo a los amores (cosa que corregiré en el futuro, ahora no porque no tengo ganas). No lo puedo evitar: es la forma bruta que tengo de enamorarme. Quizás ni siquiera es amor, nose que puede ser, “enamoramiento”, “afecto”. No se lo que es pero es algo...

En toda mi vida me enamoré de dos personas y ya me siento bien como para nombrarlas: Francisco en el 2006 y Tomás en el 2007 y en el 2008 (¡si Tom, si estás leyendo esto te quise muchísimo y ahora que estás solitario y medio perdido tengo que decirte que conmigo hubiera sido diferente!). Este blog nació gracias a ellos dos, mis escoltas, mis demonios personales, los que me llevarón a hacer este tipo de catársis (en parte, ¡gracias chicos!, sin ustedes no habría empezado a escribir). Pero ahora apareció otro individuo (que obviamente no lo voy a nombrar), que tímidamente encontró su lugarcito en la platea preferencial de mi corazón, desplazando a los ojitos verdes de Fran y al fanático de los Guns n' Roses de Tom.

Y ahora estoy en un estado constante de felicidad, signo que indica que estoy viviendo los primeros aires de este enamoramiento porque según mi manual, la tristeza vendrá después (¿o no?). Pero, aunque exista la posibilidad de que en el futuro sufra, no me importa. Es que vale la pena... los sueños, imaginar cosas, pensar que esa persona te quiere como vos lo querés, etc., etc.. Quizás es un engaño que me hace la mente, pero, estoy cien por ciento a favor de dejarse llevar por las pasiones. ¡Al diablo la razón! Y ninguna profesora de religión, sociología o psicología me va a hacer cambiar de opinión. Estoy equivocadísima, lo se. Pero tengo 16 años, me gusta hacer estupideces, me gusta... disfrutar en esta burbuja, me gusta pensar que hay alguien que se fabricó explícitamente para mí.

Si despues voy a sufrir, yo digo ¡que venga el dolor! Si es que hay un precio que hay que pagar por esta felicidad preciosa por la que estoy pasando, la pago gustosa y si es todo gratis, si no hay una letra chiquita en algún contrato ¡mejor!. Pero no estoy dispuesta a ser cauta, permanecer en lo conocido, en ser cobarde. ¡No señor! Voy a vivir mi vida a pleno, con sus venturas y desventuras. Y si no me querés, bueno, YO SI TE QUIERO, algún día se me pasará pero AHORA MISMO TE QUIERO.

Esto me suena a un ultimatum ¿verdad que si? En fín, ya era hora de decirlo...

viernes, 18 de septiembre de 2009

"Presentando a: Sola y Triste"

Ah! bueno, inexorablemente iba a terminar escribiendo sobre este tema. Siempre caigo en el, o más bien, en ellas: mis amigas tristeza y soledad.

No siempre me visitan y tengo que agradecer que en estas ultimas semanas no me visitaron muy seguido. Pero, según parece, como ahora me visitan menos, cuando sí me visitan, lo hacen con el doble de intensidad y violencia. ¿Se entiende?

Hoy fué un día hermoso: gris, frio (aunque a mi me gustan mucho este tipo de días), pero hermoso por la alegría de que se acerca la primavera que al igual que en las flores, también tiene el poder de florecer en mi, entonces, era inevitable que despertara con más alegría que la de costumbre. Esa alegría extra me ayudó mucho hoy porque cirvió para amortiguar el daño de mis otras dos amigas, lástima que no lo suficiente.

Verán, en el colegio donde estoy se celebra, por parte de los de último año de secundaria, un acto (esto lo supe esta semana, dado que soy nueva en esta institución) por el día del estudiante. Todos estaban contentos, por supuesto, incluso yo pero esa alegría se disolvió cuando inició el acto.

Y ahora es cuando yo me pongo seria y me digo a mi misma “Si, si. Admitilo, no tenés amigos acá.” Esa vocesita dentro mío decía cosas que hasta hoy me estuve negando, que el hecho de que te pidan una lapicera o un lapiz, o que te pregunten que hora es no me hace partícipe de un grupo. Estoy tan sola. Tremendamente sola. Y al sentarme en una fila vacía contemplé a mis compañeras: reían, gritaban, jugaban. Se veían felices. Yo hubiera querido estar con ellas, reirme con ellas pero por más que intente integrarme, no puedo. Y SE EN EL FONDO DE MI ALMA QUE YO NO TENGO LA CULPA. Porque yo traté todo, hice todo lo que estaba en mis manos pero convivo con gente que es egoísta, egocéntrica y sobretodo, cerrada (estos adjetivos se fueron apilando a medida que me ingnoraban). Soy transparente para ellas. Incluso cuando hablo no me escuchan y tengo que llamarlas varias veces para que mi voz viaje por un oído al otro y luego salir al exterior, a las paredes. La pared, por lo menos, cirve para que cuelgen sus dibujos.

Al verlas en sus juegos y bromas sentí que algo dentro mío se rompía pero es la forma que tiene la tristeza de tocar la puerta de mi corazón; y me invadió, como hilos tejiéndose y helándome. Sentí una angustiante y desgarradora tristeza. Y entonces la tristeza corrió la voz y llegó la soledad. Me sentía abandonada, sola y sumamente triste. Cosa injusta, en vísperas de la primavera y del día del estudiante, mi día (si, porque a veces estudio).

Fantasmas de lágrimas amenazaban con salir de mis ojos pero no podía permitirme llorar en ese momento en el que todos estaban contentos, así que me comía en silencio, en la oscuridad del salón de actos (porque yo me encargaba de apagar las luces) rezándo para que se terminen esas actuaciones que estaba disfrutando a medias y que pudiera llegar a casa a hacer catársis como es debido.

Estas situaciones me hacen cuestionarme ¿Qué tengo de malo?, ¿Que hay de diferente en mí? ¿Que es lo que tanto produce rechazo en mi prójimo que resulta imposible tratar conmigo? No estoy dispuesta a cambiar como soy, no sólo porque no quiero, sino porque no puedo hacerlo pero no puedo evitar gemir y pensar en lo sola que estoy en este ambiente lleno de colores. Porque este colegio es así: lleno de colores y risas. Yo me siento como lo unico monocromático ahí, como algo aparte, algo que no corresponde. Un anexo. Si, así es como me sentí en ese momento: como un anexo, alguíen que presta lápices o lapiceras (que idiota, como si con eso me las fuera a ganar) y sin siquiera saber como me llamo o por lo menos como es mi apellido.

Como esto es pura y exclusivamente para catársis entonces simplemente digo lo que quiero drenar de mi: me siento sola y triste.Tan sola y tan triste...

jueves, 17 de septiembre de 2009

Noches en el Bosque

En las afueras de la ciudad hay un bosque; enorme y frondoso. De día es desolado ya que nadie suele ir ahí sin ninguna razón. No tiene pájaros ni conejos, sólo los gusanos de la tierra, murciélagos, polillas y en temporadas, algunas luciérnagas.
Los seres humanos abandonaron ese lugar y permanece virgen salvo por algún indigente que duerme ahí, entre otros…
Todas las mañanas se despierta entre bruma o niebla, casi parece un pantano. De noche es el escenario perfecto para una historia de terror. Y además, escenario de algunos crímenes como violaciones y asesinatos.
En resumen: es un lugar peligroso.
Los árboles son negros y sus hojas opacas y nunca se ve el cielo azul, sino una versión blanca, lechosa y llena de humo de las fábricas de su periferia.
Todos le temen a ese lugar espantoso (¿y quién no?) pero hay quienes se animan a desafiar la oscuridad del bosque: apuestas y reuniones al fuego son las principales razones de la aparición de adolescentes en este desolado terreno. “Inconcientes” y “jóvenes” son las explicaciones que dan las personas que nunca han ido ahí…
Ritos para entrar en grupos exigen pasar una noche ahí y en Halloween se organizan fogones para contar cuentos y alcoholizarse hasta olvidar en dónde se encuentran. Incluso – por más extraño que parezca- es un punto de encuentro para los amantes:
-¿Vamos al bosque?- pregunta él.
-¡Pero es horrible!- protesta ella.
-¿Tienes miedo?- la desafía el.
-¡No! Por favor… si es un bosquecito estúpido.- dice ella, incapaz de admitir su miedo.
Algunos romances llegan ahí porque no pueden encontrarse en otro lado y el peligro y la oscuridad del bosque los abriga.
Es una forma de alejarse del mundo, de relajarse y dejarse ir en ese vacío rincón de soledad. Mientras que en la ciudad la gente corre, en el bosque todo transcurre lentamente, deslizándose como una serpiente en el tiempo, decadentemente y con olores a tierra, humedad y pasto.
Los amantes inconcientes, jóvenes e inexpertos se dejan llevar, tirados en el suelo, entre luciérnaga y mariposas grises. Corren entre las columnas de los árboles riendo, bailando y gritando; jugando como ninfas y faunos en esta naturaleza que se pudre y que luego se regenera.
Únicamente se escuchan los ecos de sus voces y el bosque no revela a la ciudad que entre sus arboledas juegan estos faunos y ninfas.

lunes, 20 de julio de 2009

Viento

Parte 12: Camino Hacia La Mansión Woodred


“Hoy es su ultimo día aquí… Supongo que estará ansioso por irse”
“Lo estoy” dijo Klauss con otra sonrisa.
Sibila sintió otro cosquilleo. No era posible que cada vez que el hombre sonreía sentía cosquilleos extraños en su cuerpo.
“Bueno… disfrute su último desayuno, entonces.” Y al decir eso se fue…
Estaba aturdida. No comprendía porqué le había pedido más informalidad. Tampoco podía explicar los cosquilleos. Había cedido a lo que Klauss quería que cediera. Definitivamente era peligroso… ¿no? Quizás no. El no había hecho nada de malo -salvo, faltarle al respeto, claro- Pero él se había disculpado con ella y de forma notablemente educada. Era buen hombre, después de todo. Tal vez Iris estaba en lo cierto y era una buena persona. No sería malo que ella lo quisiera, entonces y él a ella. De alguna forma, ambos encajaban perfectamente: eran de personalidades abiertas, extrovertidas, informales y alegres. Dos espíritus libres. Definitivamente hacían buena pareja. Sería bueno ayudar a florecer esa relación, discretamente, pensó ella…


A la mañana siguiente, todo era expectativa...

-Ve a buscarlo tu, yo esperaré aquí con Carmen- dijo Sibila a Iris, montada en Coronel, su caballo negro, frente al hospital.

Era el alba y las tres, Sibila, Iris y Carmen, se habían levantado temprano para buscar a Klauss.

Carmensita se había encariñado con él, lo mismo se aplicaba a Iris aunque también pensaba que el tenía cierto interés por ella (pero también por Sibila) y Sibila simplemente no sabía porque había ido esa mañana al hospital. Ella alegaba que no confiaba en él y que estaba en “observación” pero ¿acaso no era por algo más? Tenía que admitir que tenía cierta curiosidad por Klauss y quería saber cual sería su reacción al verla. ¿Cómo la saludaría? ¿Se dirijiría a ella con formalidad o la trataría con esa actitud amistosa que era característica de el?

Por primera vez, Sibila estaba confundida; peor no lo demostraba. ¡Por supuesto que no! No debía mostrar debilidad.

Además, quizás Iris sentía algo por él: había notado cierto aprecio por parte de ella pero tal vez estaba sacando conlcusiones erróneas. Despues de todo, Iris amaba a toda cosa sobre el planeta ¿no?.

-¿No prefieres ir a buscarlo tú?- le preguntó Iris. Sibila la miró extrañada porque sus ojos parecían suplicantes pero de ninguna manera iría a buscar a ese hombre. -No- se limitó a responder.

-Pero...-

-¿Quieren que valla yo?- preguntó Carmensita a lo que sus dos hermanas mayores le dierón al unísono un “no” rotundo. Ella se cruzó de brazos, frunciendo el labio finjiendo estar ofendida.

Tras un batalla visual de esas que solía hacer Sibila, su hermana se doblegó:

“Muy bien, iré yo” dijo ella resignada.

“No pretestes, tú lo has invitado” dijo Sibila mirando a otra dirección.

“Pero el no está enamorado de mí, sino de tí” pensó Iris pero su hermana tenía razón, ella lo había invitado así que ella tenía que asumir la responsabilidad.

“Disfruta de su compañia” dijo una voz en su cabeza y esa la hizo sonreir.

Es verdad, pensaba en Klauss como en una carga y no lo era: era su amigo y se suponía que iban a pasar buenos momentos juntos.

Por más de que pensaba en Klauss como la posible “salvación” de Sibila y que ella misma tuviera ciertos sentimientos confusos hacia él, podía ser su amiga. Y lo sería, si señor.

“Solo amigos” se dijo a si misma mientras se dirijía hacia la habitación de su amigo.


En su cuarto, Klauss estaba listo y ansioso...

En su mento sólo sumbaba un nombre: Sibila, Sibila, Sibila...

Había indeado un plan para conquistarla, no era tan bueno peor era un plan al fín: planeaba tratar a Sibila con fría cortesía y hacercarse a ella lentamente, muy lentamente. Mientras tanto, estaría con Iris, lizabeth y con la pequeña Carmensita a la que le había tomado cariño.

No es que el las utilizaría mientras el trataba de ganarse el afecto de la preciosa Sibila: el deseaba pasar el tempo con ellas y quizás tambien con otras niñas o con el señor Woodred el cual, segçun había oído, era un buen hombre, pero aprovecharía -mientras tanto- para acercarse un poco más a la mujer que lo tenía hipnotizado.

Tenía la corazonada de que si ganaba el cariño del señor Woodred y el de las otras niñas, ganaría su aprovación. Porque esas personas formaban parte de su mundo, junto con la mansión Woodred.

Por otra parte, el día anterior Sibila le había pedido que la llamara por su nombre de pila, lo que significaba que no era imposible llegar a su corazón ¿no?

Sus reflexiones terminarón al entrar la bonita Iris a su habitación. Iris era tan buena y alegre ¡¿porqué demonios no se enamoró de ella en vez de su maléfica hermana?!

-¿Listo para dejar el hospitas, soldado Queradim?- dijo Iris, simulando un militar.

-¡Exxxtremadamente disssspuesto, capitán, señor!- dijo poniéndose en posición erguida sobre el colchón de la cama.

Ambos se carcajearón.

-Bueno, baja de ahí entonces. El camino es corto asi que...- dijo ella mientras escribía en una carpeta que una enfermera le había traído.

-¿Qué es eso?- preguntó Klauss.

-Es mi autorización a que avandones el hospital.

Klauss se preguntó por que no firmó esa autorización ántes pero Iris no haría algo que no sea correcto.

-Oh... muy bien ¡vamonos!- dijo saltando de la cama y saliendo de la habitación a velocidad relámpago.

-Tendremos escolta: Sibila y Carmen nos están esperándo. Tendrás que ir en carruaje por tu pierna. ¡Y no acepto un “no” por respuesta!- dijo mientras lo alcanzaba en el pasillo.

Al escuchar el nombre de Sibila se detubo pero retomó su camino.

Iris sabía lo que estaba pensando pero no dejó que eso la entristeciera.

-¿Escolta? Que bueno. No tengo problema en ir en carruage, preferiría en caballo pero...

-Sólo por hoy” dijo Iris -Tus cosas ya están en la mansión. Me las dió Jane. Pobre señora Harris, se entristeció al enterarse de que ibas a dejar la hostería pero el profesor Woodred le pagó tu estadía de un mes y eso la alegró.

-¡¿Que hizo qué?! Oh Iris, debo pagarle al señor Woodred.

-Oh no, es un regalo por su parte. No te preocupes- dijo Iris, restándole importancia con la mano.

-Pero...

-Podrías hablárlo con él, si quieres, pero te aseguro que no lo convencerás

Al salir del hospital vierón un carruaje, la yegua de Iris y otros dos caballos con sus respectivos ginetes.

Una era Carmensita que al verlo se le iluminó el semblante y agitó su mano en el aire para saludarlo. Su caballo era una especie de pony, adecuado para la pequeña de seis años.

La otra era Sibila que la miraba seriamente con sus penetrantes ojos verdes de jade mientras el se acercaba. Su caballo era un enorme y brioso especimen negro que no paraba de resoplar.

Ambos hacían una imagen espectacular, arrebatadora y esplendorosamente hermosa.

Klauss se quedó sin aliento, parecía una bella diosa guerrera, como Atenea, con ese porte elegante y fiero.

Iris le tocó el brazo y le susurró:

-No te acerques a Coronel o te matará, casi mata a Elizabeth una vez que se acercó a él para acariciarlo. Es hermoso pero parece ser que sólo quiere a Sibila- le dijo dirijéndole una mirada de advertencia.

-Oh, entonces prefiero conservar mis otras extremidades- dijo Klauss sonriéndole.

-¡Klauss!- gritó Carmensita saltando de su pony con destreza tirándose encima de él para abrazarlo, acto que lo hizo caer.

-¡Carmen!- dijo Iris, cohibida.

-Esta bien, Iris- le dijo Klauss entre risas abrazando a su pequeña amiga. -¿Cómo estas Carmensita, querida?- dijo sentándola en sus rodillas.

-¡Ah! Muy bien serñor Klauss. ¡Que bueno que viene a vivir con nosotros!- dijo ellamostrando los pocos dientes de leche que le quedaban en su sonrisa.

-Nos divertiremos mucho con Iris ¿verdad?- le dijo mientras le hacía cosquillas y se carcajeaba.

Iris sonreía y Sibila lo miraba con seriedad pero había cierta ternura en sus ojos...

La imagen de Klauss riendose con Carmensita en su regazo la enternecierón. Quizás no era un hombre malo ¿Cómo iba a serlo? Descubrió que era un prejuicio, una desconfianza injustificada pero no podía evitar tomar precauciones. Eso lo había aprendido y no de buena manera.

Desde el suelo, Klauss la miró con la misma seriedad que ella pero tambien con una sonrisa que no llegó a sus ojos y la saludó:

-Buenos días, señorita Sibila.

-Buenos días, señor Queradim.

Iris sintió la tensión entre ellos y miró a Sibila como si le pidiera que la tratara bien. Sibila sólo entornó los ojos.

-¡Bueno! Sube al carruaje, Klauss.

-De acuerdo.- dijo sonriendo a Carmensita al sentarla en la silla de su pony y luego subir al carruaje.

-Adelante, Fernand-dijo Iris al viejo cochero de la mansión.

-Si señorita- y comenzó a andar tras un leve azote a los caballos.

Los animales de las niñas se pegarón al coche con Sibila a la cabeza seguida por Carmensita e Iris. El sendero, que atravesaba un bello bosque, era lo suficientemente amplio como para que dos ginetes y un carruaje lo ocupen alineados; lo que Iris y Carmen aprovecharón para charlar con Klauss que estaba mirando por la ventanilla del coche, el verde paisaje.

-No sabemos mucho de tí, Klauss- dijoCarmensita con una sonrisa, romíendo el silencio.

Iris la miró, incluso Sibila giró para mirarla.

Curiosamente ambos se recordarón agradecerle a Carmen por eso. Ambas querían información.

-¿Qué quieres saber?- preguntó cruzando sus brazos y apoyándolos en el marco de la ventanilla y luego, acomodándo en ella la barbilla.

-Tu apellido... es francés pero tu nombre... no lo es.

-Muy observadora- le dijo con una sonrisa. -Es danés. Verás, mi padre es frnacés pero mi madre es de Dinamarca. Conoció a mi padre en París y se enamorarón-

-¡Que romántico!- dijo Iris que estaba escuchando atentamente a la historia de Klauss, que le sonrió.

-Si, el es violinista y mi madre estaba en Paría por que le gustaba viajar mucho.

-¡Un violinista!- dijo Carmen emocionada.

-¿Y tu madre?- preguntó Iris

El semblante de Klauss se ensombreció y luego sonrió mostrando toda su dentadura.

-Era gitana. Viajaba a donde la llevaba el viento, sin ataduras ni dinero; sólo sus pies para bailar, su voz para cantar y su sonrisa, que enamoró a mi padre.

Carmensita e Iris hicierón exclamaciones, les brillaban los ojos como a dos niños frente a un juguete nuevo.

-Que romántico- suspiró Carmen.

-Sip. Me contaban esa historia muchas veces cuando era niño- dijo con expresión soñadora -Ella bailaba en las calles frente al hotel dónde mi padre practicaba con su violín y un día la vió bailar y simplemente se enamoró. Mi madre se aentó con el en París. Obviamente hubo ciertos problemas con la sociedad por el origen de mi madre pero lograrón solucionarlo. Luego nací yo.

-¡Que bonita historia ¿Cómo se llaman? Es... ¿Estan vivos, verdad?- preguntó Carmensita dubitativa

-Gracias a Dios si y son muy felices. Se llaman Blaise e Inga.

-¿Y que le trae a Leiless Hill?- preguntó repentinamente la voz suave pero firme de Sibila que montaba más adelante.

Los tres se sorprendierón, pues Sibila no había dicho palabra alguna desde que habían salido del hospital. Su pregunta demostraba que había estado muy atenta a la historia de Klauss, hecho que le hizo sonreír.

-Bueno pues, señorita Sibila, yo ya soy un hombre adulto y suponía una carga para mis padres además, mi madre Inga me transmitió cierto amor por el mundo y por los viajes por lo que decidí separarme de ellos y recorrer el mundo. Me topé con Leiless Hill intentando llegar a España, eso es todo. Y gracias a Dios que me encontré con él; así pude conocerlas a todas ustedes.- dijo con tranquilidad y con una sonrisa cortéz.

Sibila se sonrojó, sin saber porqué. Tanto le sorprendió esa reacción tan extraña que giró su cabeza bruzcamente hacia el frente.

-Falta poco para llegar- dijo, algo alterada.

Carmensita, que era muy astuta, notó el leve sonrojo de su hermana peor calló. Luego observó a Iris que contemplaba ausente el perfil de Klauss que miraba unas golondrinas en el cielo.

¿Pero qué les pasaba a esas dos? Ambas estaban actuando muy extraño... Carmen temió que al llegar a esa edad tuviera esos síntomas tan extraños que las hacía parecer tontas a sus hermanas y deseó fervientemente permanecer con seis años para siempre.

-No quiero llegar a cumplir dieciocho años- dijo son poder evitar pensar en voz alta.

Todos, incluso el cochero, voltearón para mirarla.

-¿Y eso a qué vino?- preguntó Klauss que la miraba como si tuviera un tercer ojo en la frente.

Esa chiquilla... ¡que ocurrencias! Por eso era que le agradaba Carmensita: era muy inteligente -raro a esa edad- y era impredecible.

-Es que... ¡mira a estas dos! ¡una se retuerse las manos, mirándo hacia cualquier lado y la otra, ahí delante se sonroja por preguntar algo! ¿tú también eras así de tonto cuando tenías dieciocho?

-¡Carmen!- dijo Iris que se sonrojó tanto como su otra hermana.

Sibila, que la miraba con los ojos como platos, tubo la misma reacción y volvió a girar la cabeza para evitar que la vieran. Podía sentir los ojos de Klauss taladrándole la espalda.

El las estaba viendo y también pensó qie era un comportamiento extraño. ¿Estará funcionando su plan con Sibila? ¿Pero que le pasaba a Iris? Decidió pensar que era porque no solían tener invitados en la mansión, tal vez, aunque núnca había visto el semblante inmutable de Sibila sonrojado. Parecía de mármol puro... Tendría que comportarse con suma cortesía, sobretodo frente al señor Woodred.

-¡Oh Klauss! Mira...- dijo Iris mirándo hacia el frente y tratándo de calmar la situación -¡Llegamos a casa!-

Klauss giró y quedó impresionado.

Frente a ellos se alzaba una obra arquitectónica enorme. Colosal. Parecía una versión más pequeña del Palacio de Versalles, salvo que esta residencia estaba hecha de ladrillos rojos. A su lado, había un invernadero, canchar para hacer deportes, un circuito para hacer equitació y, por supuesto, los establos. Parecía un club, una sociedad exclusiva. En las canchas se podía ver a un grupo de niñas practicando esgrima, mientras que en el circuito algunas de ellas hacían trotar a sus caballos.

-Es... es... magnífica- dijo Klauss anonadado.

-Es nuestra casa- dijo Carmensita como si eso lo justificara todo.

Dios santo, interesante estadía iba a tener el señor Queradim...

viernes, 10 de julio de 2009

Imborrable

Escribo esto, con lágrimas en los ojos, comprendiendo... Asimilando...

Comprendiendo que no puedo huir... No puedo convencerme de olvidar a alguien. Lo he intentado incontables veces, juro que si. Hay millones de escritos aquí que lo comprueban pero simplemente no puedo. No puedo hacerlo. No ahora...

Este amor no menguó un solo instante, sólo estaba escondido bajo la superficie de mi conciencia. Se escondió temporalmente en mi corazón, esperando para surgir con más fuerza que ántes.

Una vez escuché que reenamorasre es mágico y no mentían. En verdad: es mágico. Lo comprendí al ver sus ojos. ¿Por qué seguía mirándolo como si fuera la razón de mi existencia o luz en oscuridad? Y entendí que ese cálido sentimiento volvía a invadirme: ese deseo de verlo dormir y sonreir, esa necesidad acuciante de abrazarlo. Casi no pude reprimir las lágrimas frente a él.

Entendí que seguía queriéndolo, aún con más intensidad que antes, por más que mi cerebro se repitiera un millón de veces que ya no lo quería, tratando de reemplazar ese cariño por odio injustificado. Todo ese trabajo desperdiciado por un par de ojos...

Que dicha inconmensurable me invandió al encontrarme entre sus brazos, ese lugar al que tanto me gusta ir y al que casi nunca voy, que placer inmenso sentí al apoyar mi cabeza en su hombro, tanta fue esa alegría que no pude mantener mis ojos abiertos para ver el cielo aclarándose arriba nuestro, todas esas sensaciones en conjunto provocarón en mi un cosquilleo dolorosamente hermoso. Dolía tanto... Tanto que no llegaba suficiente aire a mis pulmones y toda la sangre que tenía había corrido hacia mis mejillas, así como el agua y la sal a mis ojos.

¿Cómo puede ser posible que alguien con tan poco pueda hacerme tan feliz?

En esos momentos me hice millones de promesas, que obviamente, no creo que cumpla en un futuro. Todas tenían que ver con amor incondicional aunque no correspondido, devosión, afecto interminable y fidelidad eterna. Me decía que nunca lo abandonaría, que lo protegería con mi vida, que lo amaría hasta la eternidad sin importar con que mujer esté. Me conformaría simplemente con que me mantenga a su lado como quisiera, sin importarme el dolor.

Todos dicen que el tiempo es el mejor doctor, pero aún no es el momento... No aún...